Ya sea radioterapia, cirugía o vigilancia activa, la supervivencia libre de enfermedad de los pacientes con cáncer de próstata localizado sigue siendo la misma 15 años después del tratamiento, independientemente del tratamiento que hayan elegido. Sin embargo, la radioterapia presenta el mejor equilibrio en términos de evaluación de riesgos y beneficios: previene las recaídas tan bien como la cirugía, pero al mismo tiempo tiene menos efectos secundarios. Este es el resultado del seguimiento a 15 años del estudio británico a largo plazo ProtecT ("Prostate Testing for Cancer and Treatment Trial"), publicado recientemente en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine.
El estudio ProtecT es el primero que permite realizar una comparación directa a largo plazo entre la radioterapia del tumor y la extirpación quirúrgica de la próstata y el seguimiento del tumor (vigilancia activa). Para ello, científicos de las Universidades de Oxford y Bristol examinaron a un total de 1643 pacientes con carcinoma de próstata localizado que fueron asignados aleatoriamente a una de las tres opciones de tratamiento. El periodo de seguimiento es ahora de 15 años. Durante la vigilancia activa, los niveles de PSA se controlaron cada tres meses durante el primer año y, posteriormente, cada seis o doce meses, con el fin de iniciar el tratamiento si fuera necesario en caso de un aumento superior al 50%.
El estudio muestra que la tasa de mortalidad específica de la enfermedad en pacientes cuyo tumor está confinado en la próstata es extremadamente baja, incluso a largo plazo, independientemente de que los pacientes se hayan sometido a radioterapia, cirugía o vigilancia activa. Según los resultados, la tasa media de supervivencia 15 años después del diagnóstico es del 97%. "Incluso teniendo en cuenta que los procedimientos radioterapéuticos utilizados en el estudio ya no corresponden al estándar actual, no existe ninguna ventaja de supervivencia para la cirugía", subraya el Dr. Stephan Neubauer, urólogo jefe del Centro de Próstata de Alemania Occidental.
No ocurría lo mismo con la vigilancia activa: al cabo de 15 años, la progresión del cáncer y las metástasis eran más frecuentes. "Sin embargo, gracias a los rápidos avances de la tecnología médica, es de suponer que ahora estas diferencias pueden minimizarse", admite el Dr. Neubauer. "Con técnicas de imagen como la resonancia magnética multiparamétrica, podemos evaluar mejor la agresividad y la extensión del tumor y determinar así el estadio tumoral con mayor precisión en el momento del diagnóstico. Al mismo tiempo, la extirpación de tejido de la próstata es ahora mucho más selectiva, de modo que la progresión de la enfermedad puede detectarse más rápidamente bajo vigilancia activa y el tratamiento puede iniciarse en una fase temprana", afirma el urólogo.
Aunque la probabilidad de supervivencia es casi la misma para la cirugía y la radioterapia, existen grandes diferencias en cuanto a los posibles efectos secundarios, como pudo comprobar otro grupo de trabajo de la Universidad de Bristol. Los pacientes del estudio ProtecT fueron encuestados a lo largo de 12 años en relación con los efectos secundarios y las complicaciones.
Según el estudio, las mayores diferencias entre la cirugía, la radioterapia y la vigilancia activa se dieron en la capacidad de retener la orina y la función sexual. Al cabo de 7 a 12 años, entre el 18% y el 24% de los pacientes del grupo de cirugía sufrían incontinencia urinaria y necesitaban compresas, frente al 9% y el 11% del grupo de vigilancia activa y el 3% y el 8% del grupo de radioterapia. Los efectos sobre la potencia de los hombres también fueron mayores después de la operación. Mientras que el 67% seguía teniendo una erección que les permitía mantener relaciones sexuales antes del inicio del estudio, al cabo de seis años era sólo del 18%, frente al 27% tras la radioterapia y el 30% tras la vigilancia activa.
"Con los métodos modernos de radioterapia, como la radiación interna (braquiterapia), pueden reducirse aún más los efectos secundarios del tratamiento", subraya el Dr. Neubauer. En la braquiterapia LDR, por ejemplo, se introducen diminutas fuentes de radiación (semillas) directamente en el tumor. Las semillas permanecen allí durante varios meses y administran altas dosis de radiación al tejido tumoral de forma selectiva. Esto tiene la ventaja de que el tumor se destruye sin dañar el tejido sano circundante, como la vejiga, el colon o el esfínter. Como resultado, la tasa de incontinencia urinaria del paciente se mantiene en un nivel muy bajo incluso años después de finalizar el tratamiento, según el urólogo de Colonia. Lo mismo ocurre con las formas externas de radioterapia, como la radioterapia de intensidad modulada (IMRT) y la radioterapia guiada por imagen (IGRT).
Según los datos actuales, la radioterapia es el mejor procedimiento para el cáncer de próstata localizado, resume la Sociedad Alemana de Radioterapia (DEGRO). Según DEGRO, ofrece mayor seguridad contra la recidiva que el seguimiento activo por sí solo y es absolutamente comparable a la cirugía en cuanto a supervivencia libre de enfermedad, pero con la gran ventaja de que tiene menos efectos secundarios y consecuencias a largo plazo.
Hamdy FC, Donovan JL, Staffurth J, Neal DE et al; Grupo de estudio ProtecT. Fifteen-Year Outcomes after Monitoring, Surgery, or Radiotherapy for Prostate Cancer. N Engl J Med. 2023 Abr 27;388(17):1547-1558. doi: 10.1056/NEJMoa2214122. Epub 2023 Mar 11. PMID: 36912538.
Donovan JL, Hamdy FC, Lane JA, Neal DE et al; Grupo de estudio ProtecT*. Patient-Reported Outcomes after Monitoring, Surgery, or Radiotherapy for Prostate Cancer (Resultados comunicados por los pacientes tras monitorización, cirugía o radioterapia para el cáncer de próstata). N Engl J Med. 2016 Oct 13;375(15):1425-1437. doi: 10.1056/NEJMoa1606221. Epub 2016 Sep 14. PMID: 27626365; PMCID: PMC5134995.